¿Por qué no eres el turista sostenible que siempre soñaste?
28 octubre, 2025 (10:21:39)Todos necesitamos escapar de vez en cuando. Entonces, invocamos a la Naturaleza en busca de auxilio. Elegimos un paraje idílico lejos de la ciudad y esperamos un atardecer para liberarnos del crepúsculo de los bosques de hormigón. Buscamos la compañía de otros seres vivos, sobre todo si pertenecen a una especie distinta a la nuestra. Incluso ajustamos la dieta hacia rumbos más locales y tradicionales y pensamos: ¡Listo, ya soy un turista sostenible!
Pues no. Siento decirlo: no lo somos.
1) Sostenible no es un ‘tipo’ de turismo
El turismo sostenible no es una modalidad, es una forma de gestión. Hagas lo que hagas, no practicas turismo sostenible por el simple hecho de ir al campo. Probablemente estés haciendo turismo de naturaleza y, según tu motivación, encajarás en el perfil de turista activo, de aventura, rural, de camping, ‘slow’… La sostenibilidad no es la etiqueta de un producto, sino la forma en que concebimos, desarrollamos y valoramos un modo concreto de estar en el mundo.
2) Entre la esperanza y el 'greenwashing'
Es el pan de cada día. La sostenibilidad se salmodia a coro, es casi venerada. En los principales foros de turismo (consulta las conclusiones del IV Encuentro de Sostenibilidad Turística Hosteltur), se afirma que la sostenibilidad se ha convertido en una estrategia fundamental para impulsar el desarrollo y la rentabilidad del sector a nivel global. De hecho, según la Organización Mundial del Turismo, OMT, a principios de esta dácada, más del 70 por ciento de los destinos turísticos ya habían integrado la sostenibilidad en sus estrategias.
España, desde su posición de liderazgo, presume de su 'Estrategia de Turismo Sostenible 2030'. El Plan Estratégico de Marketing Turístico de Turespaña, con 78 páginas, repite la palabra sostenibilidad 32 veces, y 15 la palabra medioambiental. A su vez, no cesan de crearse concejalías y consejerías que incluyen estos conceptos en sus apellidos.
Pero en demasiadas ocasiones, esta declaración de intenciones se queda en eslóganes verdes, en una ilusión sentimental, en un intento de ennoblecimiento reputacional ('greenwashing') tan palpable, que algunas administraciones y empresas ya están optando por silenciar cualquier actuación verde para conservar un mínimo de credibilidad ('greenhusing').
Vivimos en un tiempo paradójico; un tiempo en el que, a menudo, las palabras sirven más para cubrir que para mostrar. La sociedad de consumo lo convierte todo en mercancía, también la naturaleza, también la idea de turismo sostenible, que es reducida a otro ítem de tendencia. Seguimos atrapados en la vieja idea del ‘domare et dominari’: domesticar y dominar. Miramos al entorno como un recurso que se explota, no como una relación que se cuida.
La distancia se acorta cuando cambiamos el rol. No hace falta mística, hace falta complicidad, convertirnos en aliados de la naturaleza. Eso implica educación ambiental, observación e interpretación: simpatía. No sólo contemplación, participación local; no sólo consumo, implicación y sensibilidad.
El ecoturismo lo ha entendido bien. Incorpora formación, sensibilización y beneficio para las comunidades. Esta nomenclatura, introducida en España en los años 80, define una lógica que debería impregnar el resto de tipologías que se practican en espacios naturales. En este sentido, la sostenibilidad no se proclama, se practica. Vivir experiencias desde la vida y con lo que vive. Preguntar antes de llegar. Escuchar, cuidar y dejar más valor del que recogemos. Sólo así, quizá, algún día, podamos decir sin rubor que viajamos de forma sostenible.
Para seguir reflexionando sobre los desafíos que plantea este tema, lee el artículo: ‘La ilusión de la sostenibilidad’ (En Comunidad Hosteltur)
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