Tasas turísticas: un pequeño precio por un mundo perfecto (o eso dicen)

Análisis / Me fascinan las tasas turísticas. Cada vez que he viajado a Palma de Mallorca, Florencia, Roma, Ámsterdam o Barcelona y, al hacer el check-out en la recepción del hotel, me han cobrado entre tres y seis euros por noche, no he podido evitar una profunda sensación de satisfacción. Saber que con mi aportación estoy logrando ciudades menos masificadas, impecables, con aceras en perfecto estado, y absolutamente sostenibles es, sencillamente, conmovedor. Y ahora, para colmo de dicha, también estaré financiando viviendas sociales. Quién lo diría: las tasas turísticas no son un simple recargo, sino una auténtica varita mágica. Y yo sin enterarme.