Entrevista al presidente de CEHAT con motivo del XX Congreso en Cartagena
Jorge Marichal: "El problema no es el turismo, es la ineficiencia política"
El Congreso de Hoteleros Españoles pondrá el foco en el cuidado del destino y en los efectos positivos de la actividad
Publicada 09/10/25

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Entrevista / En vísperas del XX Congreso de Hoteleros Españoles que se celebrará en el 19 y el 21 de noviembre en Cartagena, Jorge Marichal, presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), reflexiona en esta entrevista con HOSTELTUR sobre los retos que enfrenta el sector: desde la sostenibilidad y la tensión sobre la vivienda hasta la irrupción de nuevos modelos de negocio y el impacto de la inteligencia artificial. Marichal defiende la necesidad de recuperar la percepción positiva del turismo como motor económico y social, al tiempo que llama a una gestión pública más eficiente y alineada con las transformaciones que atraviesa la industria.
El compromiso con los destinos, protagonista del congreso
El congreso que preparan tiene como lema “cuidar el destino”. ¿Por qué eligieron ese enfoque?
En las últimas temporadas hemos visto que la preocupación en torno al sector va por ahí. La sostenibilidad se ha convertido en el gran eje, no solo la económica y medioambiental, que ya se da por hecha, sino la social. Es lo que preocupa ahora tanto a los empresarios turísticos como a la sociedad en general. Por eso creemos que este congreso de hoteleros debe abordar de frente esa problemática y ese sentimiento que la sociedad manifiesta, para aplicar medidas que devuelvan la visión positiva del turismo.
La actividad turística en España es uno de los principales motores de la economía y de nuestra sociedad civil, y hay que volver a ponerlo en valor
¿Por qué se ha elegido Cartagena como sede para el congreso?
En primer lugar, porque es una ciudad preciosa. Además, pusieron todo su empeño en acoger el congreso. Y, lo más importante, porque reúne las características de los destinos que ahora mismo están en plena efervescencia y deben decidir qué modelo turístico quieren para el futuro. Cartagena, como otros destinos más pequeños o menos conocidos, tiene un gran potencial y una planta alojativa importante. Puede convertirse en ejemplo de cómo huir de la masificación y ofrecer nuevas oportunidades siempre que se respeten los criterios de sostenibilidad que demandan sus habitantes. Tiene buenas infraestructuras y todas las condiciones necesarias.
La agenda del encuentro incluye también inteligencia artificial y nuevos modelos de negocio. ¿Qué oportunidades perciben los hoteleros en esos dos ámbitos?
En la inteligencia artificial vemos más oportunidades que problemas. Ha llegado para quedarse, ya está en nuestra vida cotidiana, aunque a veces no lo sepamos. Muchas empresas turísticas están desarrollando prototipos y primeras aplicaciones para integrarla en procesos y mejorar la calidad. Incluso se plantea que grandes compañías podrían desaparecer si no se adaptan, algo impensable hoy pero posible si la evolución tecnológica sigue siendo exponencial.
En cuanto a los modelos de negocio, la realidad es que las nuevas tecnologías han abierto posibilidades que antes no existían. Tradicionalmente, había una empresa familiar con un inmueble que explotaba directamente. Hoy existen nuevas fórmulas, la multipropiedad, los condominios, hay una infinidad de family offices, fondos de inversión, etc. que pueden venir a complementar y a generar mayor valor añadido a la hotelería española.

El desgaste de la imagen turística
Comentaba que es necesario recuperar la visión positiva del turismo, pero ¿qué cree que ha debilitado tanto esa imagen?
Un fenómeno de este tipo nunca responde a un solo motivo, son varias cuestiones que se han ido acumulando. La primera es la falta de vivienda, que ha hecho que los sueldos no alcancen. Hemos pasado de tener alquileres razonables de 400 o 600 euros a alquileres que prácticamente se han duplicado, en pisos más pequeños. Esto se debe a una política de vivienda ineficiente: falta de inversión en vivienda de protección oficial, mala gestión del suelo por parte de ayuntamientos y administraciones, y leyes que, en lugar de liberar viviendas, las han retirado del mercado, como ocurrió con la ley de arrendamientos urbanos. A esto se añade la problemática de la ocupación y la crisis de la construcción, que frenó también la promoción de nuevas viviendas.
En paralelo, se produjo un crecimiento descontrolado de la vivienda vacacional, que restó oferta al mercado residencial. Todo esto ha derivado en un descontento generalizado por falta de soluciones a necesidades básicas como la vivienda.
Sucede lo mismo con el resto de la infraestructura
En el transporte sucede algo parecido: la población ha crecido muchísimo en los destinos turísticos, sin que las infraestructuras acompañaran. Tenerife, por ejemplo, ha crecido un 40% en población, lo que supone una enorme presión en un territorio limitado, sin que carreteras, hospitales o centros educativos hayan crecido al mismo ritmo. Esta situación genera tensiones que se traducen en malestar y, finalmente, el descontento se dirige hacia quienes están presentes.
En estos destinos eminentemente turísticos, la población tiende a pensar que la actividad turística es la causa del problema, cuando en realidad representa parte de la solución. El problema es la ineficiencia en la acción política y administrativa para dar respuesta a estas necesidades en tiempo y forma. Eso es lo que está ocurriendo en España en los últimos años.
Políticas públicas urgentes
¿Qué políticas deberían priorizarse desde el sector público para equilibrar convivencia y sostenibilidad turística?
Lo primero es garantizar que las personas tengan sus necesidades básicas cubiertas. Y eso no ocurre con lo que están haciendo actualmente las administraciones, tanto nacionales como locales. Hay administraciones que aún funcionan con planeamientos urbanísticos de los años 80 o 90, diseñados para 30.000 o 50.000 habitantes, cuando hoy en esas mismas ciudades viven más de 120.000. Es absurdo pensar que no habría distorsiones.
La presión sobre la vivienda y la irrupción descontrolada de la oferta vacacional han disparado los precios. Aunque los sueldos del sector turístico hayan crecido, es imposible compensar este efecto, sumado a la llegada de compradores extranjeros que buscan segundas residencias. La consecuencia es que la población local no puede acceder a vivienda. La solución pasa por promover vivienda para que bajen los precios, controlar la vivienda vacacional y separar claramente la actividad turística de la residencial. No se puede hipotecar una familia durante 40 años y que, de repente, en su mismo portal, le instalen un negocio turístico que altera los ritmos de vida del edificio. Eso debería estar regulado y contar con la aprobación vecinal.
Desde mi punto de vista, la ineficiencia administrativa en todos los niveles ha sido absoluta
¿Cómo valora los avances que se han dado para frenar la oferta ilegal?
Han llegado tardísimo. Después de diez años, la oferta se ha duplicado sin control urbanístico. Si alguien pensaba que esto no iba a traer tensiones, sinceramente, era ingenuo. Los hoteleros nunca vimos la vivienda vacacional como una competencia directa, sino como una distorsión para la sociedad civil. Y así ha sido. Han tenido que pasar diez años para que se reconociera el problema, pero ya lo advertíamos: se estaban detrayendo viviendas del mercado residencial para destinarlas al turístico, y eso acabaría generando tensiones en vivienda y masificación en los destinos. Lamentablemente, muchos políticos miraron hacia otro lado, algunos incluso lo fomentaron. Ahora nos sorprendemos de los efectos, pero era previsible
El “enfriamiento” del turismo
Hace poco publicó una tribuna en la que hablaba de “enfriamiento del turismo”. ¿Qué señales concretas le hacen pensar en eso?
Si observamos la evolución del turismo internacional antes, durante y después del COVID lo entendemos mejor. Este año alcanzaremos los 1.500 millones de turistas a nivel mundial, una cifra apenas superior a la de 2019. Lo que ha ocurrido es un reajuste: tras el parón de la pandemia, vivimos un crecimiento acelerado con incrementos de dos dígitos en viajeros y precios, impulsado también por la inflación que ha hecho mella en todos los ámbitos de la economía.
Estábamos en una economía turística sobrecalentada por esa rápida recuperación de los mercados después del COVID y ese crecimiento a dos dígitos no podía seguir infinitamente, porque, entre otras cosas, tampoco sería sano
El enfriamiento del que hablo es una estabilización en las cifras de 2019, que ya fueron récord. No es algo negativo: igual que no se puede vivir permanentemente a 50 grados, un clima más templado es más saludable. Esta estabilización permitirá ajustar el mercado, mantener la competitividad y centrarnos en aportar valor añadido, digitalización, segmentación y posicionamiento.

¿Esa desaceleración implica riesgos para el empleo y la rentabilidad?
Creo que no, al contrario. Generará mayor estabilidad. No hay problemas de contratación; de hecho, estamos batiendo récords de empleo mes tras mes. España se encuentra en una situación económica mejor que la de muchos países vecinos: crecemos más, generamos más empleo, tenemos una prima de riesgo baja, inflación y tipos de interés controlados, acceso a financiación internacional. El tema de Francia es algo que tenemos que analizar; parece que Alemania y el centro de Europa se va recuperando; la economía en Reino Unido está en pleno empleo, lo que garantiza que los británicos sigan viajando y eligiendo España. Eso debe darnos tranquilidad. No confianza absoluta, pero sí tranquilidad.
¿Qué amenazas identifica hoy para el sector?
Después de lo que supuso el COVID prefiero no dramatizar, pero amenazas hay todos los días. Recordemos que estamos asistiendo a una matanza en Palestina; tenemos una guerra desde hace ya muchísimo tiempo en Centro Europa con Rusia, que es una potencia nuclear como actor principal; las tensiones entre China y Taiwán, las posiciones de Estados Unidos… Son muchos factores que podrían influir. Pero, pese a todo, la gente sigue viajando. El deseo de descubrir nuevos lugares y vivir experiencias sigue presente. Nuestro deber es estar ahí, preparados para ofrecer esas experiencias.
¿Qué previsiones manejan para la temporada navideña y el próximo año?
Las cifras actuales son buenas. Las reservas para la Navidad, sobre todo en destinos de invierno como Canarias, muestran que la campaña será positiva. No veremos los incrementos desorbitados de los últimos años, pero sí un comportamiento sólido y razonable. Eso confirma que estamos en una fase de estabilización, que es bienvenida si se produce en la parte alta del ciclo. Ahí es donde debemos enfocarnos para mantener el atractivo y la competitividad del destino España.
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