Más allá del trayecto
Las estaciones de tren más bonitas del mundo en 2025
Publicada 13/11/25
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El Prix Versailles 2025 ha trazado un nuevo mapa estético del transporte mundial al designar las siete estaciones de tren y metro más bellas del planeta. Desde Sídney hasta Riad, el galardón -referente global en arquitectura y diseño- celebra cómo la movilidad puede convertirse en una experiencia artística y cultural.
El Prix Versailles reafirma con su más reciente selección que las estaciones de tren pueden ser mucho más que simples puntos de partida o llegada, estas son espacios donde el diseño dialoga con la memoria, la tecnología y la sostenibilidad, transformando los desplazamientos cotidianos en auténticos recorridos por la belleza arquitectónica contemporánea.
Las estaciones reconocidas encarnan una nueva forma de entender los espacios de tránsito: lugares en los que la innovación, la armonía con el entorno y la identidad local convergen para redefinir la relación entre la ciudad y el viajero.
Las estaciones de tren más bellas del mundo
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Estación Gadigal en Sídney, Australia
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Estación Mons en Mons, Bélgica
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Estación Baiyun en Guangzhou, China
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Estación Saint-Denis – Pleyel en Saint-Denis, Francia
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Estación Villejuif – Gustave Roussy en Villejuif, Francia
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Estación KAFD en Riad, Arabia Saudí
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Estación Qasr Al Hokm en Riad, Arabia Saudí
La estación Gadigal, en Sídney (Australia), se presenta como una oda a la memoria colectiva y a la modernidad urbana. Diseñada por Foster + Partners junto a Cox Architecture, esta infraestructura -el primer metro de la ciudad australiana- conjuga arte, tecnología y homenaje cultural en un mismo gesto arquitectónico.
Al ingresar, el viajero es recibido por un monumental mosaico cerámico que evoca los primeros túneles ferroviarios, mientras hileras de luces estroboscópicas acompañan el movimiento cotidiano con un ritmo casi hipnótico.
Bautizada en honor al pueblo aborigen originario del territorio, la estación no solo facilita el tránsito, sino que celebra la identidad ancestral del lugar, convirtiéndose en un punto de encuentro entre pasado y vanguardia.
En el corazón de Europa, la estación de Mons (Bélgica) -obra del reconocido Santiago Calatrava- traduce la monumentalidad escultórica en fluidez espacial. Su estructura blanca de acero y vidrio traza un arco continuo de 165 metros que enlaza el casco histórico con los barrios modernos, configurando una especie de puente entre tradición y progreso.
Más que una simple terminal ferroviaria, el edificio actúa como una galería habitable donde la luz, las curvas y los materiales evocan el silencio de una catedral contemporánea. El resultado es una experiencia que transforma el tránsito en contemplación, un equilibrio entre movimiento y serenidad.
Desde China, la estación de Baiyun, en Guangzhou, ofrece una visión de futuro donde sostenibilidad y urbanismo convergen con naturalidad. Diseñada por Nikken Sekkei, esta infraestructura intermodal articula trenes de alta velocidad, metro y autobuses bajo un mismo techo, pero lo hace rompiendo con la rigidez habitual del transporte masivo.
Su pasarela circular de varios niveles, entretejida con jardines y zonas verdes, convierte el recorrido en un paseo por un parque suspendido. Baiyun no es solo un nodo ferroviario: es un ecosistema urbano que invita al encuentro social, un modelo de arquitectura ecológica que redefine cómo una estación puede integrarse al pulso vital de la ciudad.
Francia también destaca en esta edición con dos propuestas que ilustran la versatilidad del diseño contemporáneo: en Saint-Denis, la estación Pleyel, firmada por Kengo Kuma & Associates, despliega un espacio subterráneo que sorprende por su calidez. A treinta y cinco metros bajo tierra, la luz natural penetra a través de grandes aberturas y se derrama sobre superficies de madera, creando una atmósfera serena en un entorno habitualmente dominado por el hormigón.
A pocos kilómetros, en Villejuif, la estación Gustave Roussy, diseñada por Dominique Perrault, apuesta por la luminosidad como elemento central: un atrio cilíndrico coronado por un techo de cristal de setenta metros permite que la claridad descienda hasta los andenes, cincuenta metros más abajo. Los reflejos metálicos que envuelven el espacio convierten el tránsito cotidiano en una experiencia sensorial, donde la luz se mueve al compás del viajero.
El recorrido concluye en Arabia Saudí, donde Riad concentra dos de las estaciones más innovadoras del mundo. La KAFD Station, concebida por Zaha Hadid Architects, combina un diseño de líneas fluidas inspirado en las dunas del desierto con una función estratégica: ser el corazón del sistema de transporte automatizado más extenso del planeta. Su estructura, de apariencia orgánica, refleja la búsqueda de una movilidad del futuro que respeta la naturaleza y apuesta por la eficiencia.
A su vez, la Qasr Al Hokm Station, diseñada por Snøhetta, se adentra en la tradición local con una marquesina cónica invertida que capta la luz del exterior y la proyecta hacia el subsuelo. En su interior, los muros de adobe y el jardín subterráneo evocan la arquitectura najdi, integrando patrimonio, innovación y vida cotidiana en un mismo espacio.
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