La cromática urbana no es un fenómeno nuevo. Todos hemos asociado el rojo vibrante a los autobuses de Londres, el amarillo soleado a los tranvías de Lisboa o el azul cobalto a las aguas que bordean la Ópera de Sídney. Pero ¿qué ocurre cuando ese color se convierte en narrativa, en experiencia sensorial, en argumento de marca?
El uso del color en el turismo no solo se manifiesta en postales que nos dejan en la memoria al viajar. Ha sido también parte integral de estrategias de promoción. Uno de los ejemplos más paradigmático es el de Júzcar, el “pueblo pitufo” malagueño que en 2011 se pintó íntegramente de azul para promocionar la película de Sony Pictures. El experimento fue tan exitoso que el municipio decidió mantener su nueva identidad cromática.
Júzcar, el pueblo azul de Málaga al amanecer. Fuente: Adobe Stock
En 2013, año récord, recibió cerca de 60.000 visitantes, cifra que superó con creces las expectativas iniciales, y aunque actualmente ya no está asociado a dicha campaña publicitaria, aún muchos de los viajeros siguen recordándolo por este hito del marketing de destinos.
En otra área comercial, encontramos a la multinacional Diageo que exploró esta vía en 2018, cuando analizó más de 10.000 imágenes de Sevilla, con 1.000 calles y más de 30 lugares históricos, con el que obtuvo una paleta de hasta 600.000 tonalidades de la ciudad para encontrar su color identitario. El resultado fue un Pantone específico (#FFAB60), una tonalidad entre el melocotón y el naranja quemado, extraída mediante Big Data de sus fachadas, calles y monumentos.
Todo parte de una iniciativa de la marca Tanqueray, que tras 180 años ha elegido a esta ciudad para crear su ginebra Tanqueray Flor de Sevilla. Para celebrarlo, la agencia Dommo realizó un estudio en Big Data para conocer cuál es la tonalidad predominante en sus calles y así poder conocer cuál es ese «color especial» que tiene la capital andaluza para poder trasladarlo a su botella.
Más recientemente, en 2024, Valencia -nombrada Capital Verde Europea 2024- lanzó una campaña para que Pantone reconociera un “Verde València”, mezcla simbólica entre el azul mediterráneo y el verde sostenible. Esta combinación cromática pretende condensar el espíritu mediterráneo de la ciudad y su compromiso ambiental.
Y es que el color es un reclamo turístico y en el marketing de destinos se puede seguir aprovechando, jugar con los cinco sentidos y manifestar una parte vibrante del destino como reclamo turístico.
El imaginario colectivo ha hecho su propio trabajo sin necesidad de campañas institucionales: el blanco encalado de los pueblos de la Sierra de Cádiz, el azul profundo de Chefchaouen en Marruecos, o el arcoíris arquitectónico de Burano (Italia), Cudillero (Asturias), Monterroso al Mare (Cinque Terre en Italia) o La Habana (Cuba) son ejemplos de cómo los colores se integran en la memoria del viajero, aunque en algunas ocasiones sigue muy subjetivo.
Valensole en la Provenza francesa Fuente: Adobe Stock
Otros casos como la Provenza francesa muestran cómo la sinestesia de colores y lugares es casi automática, lugares que se perciben primero con la retina y permanecen en la memoria viajera.
Estos son algunos de los resultados de la sinestesia de los destinos turísticos y es por ello que en Holidu se han adentrado a desvelar qué destinos corresponden con qué colores, usando de cada ciudad del mundo su propia paleta distintiva, reflejando el espíritu y la singularidad de cada uno.
En esta ocasión han identificado patrones globales en "Combinación de colores: los Pantones de las ciudades del mundo", donde han elegido las 100 ciudades más emblemáticas del mundo, indagando en qué tono de Pantone es el más frecuente en cada una.
Y entre los principales hallazgos encontramos que una quinta parte de las ciudades analizadas comparten algún matiz de azul, especialmente en Europa y Norteamérica, donde predominan los cuerpos de agua y cielos despejados. En cambio, en Asia sobresalen los amarillos, asociados a riqueza cultural y arquitectura en piedra arenisca.
Algunos de los destinos que Holidu ha asociado al color azul Fuente: Holidu
Como era de esperar, las ciudades que bordean los océanos Atlántico (Reikiavik, Buenos Aires y Oporto) presentan tonos azules mucho más apagados, mientras que las ciudades caribeñas y del océano Pacífico, como Cancún, Miami y Honolulu, presentan tonos más aguamarina.
El rojo, por su parte, aparece en destinos de fuerte arraigo histórico. En Kioto, remite a las arquitecturas de los torii y templos tradicionales; en Sofía, al legado de la arquitectura del Renacimiento búlgaro como el Teatro Nacional Iván Vazov; o en Londres, a su iconografía urbana y real y sus míticos autobuses de dos plantas en un tono rojo brillante.
Templo Fushimi Inari Shrine en Kioto Fuente: Adobe Stock
En las ciudades con tonos amarillos, el color se aprecia con mayor intensidad en las fachadas de sus edificios. En Lima y Cartagena, las fachadas pintadas de amarillo evocan su herencia colonial. En otras ciudades, el amarillo proviene de materiales más naturales, como la piedra caliza de la Acrópolis y el mármol pentélico del Partenón de Atenas, y la arenisca de la mezquita Mohammad Al-Amin de Beirut.
Algunos de los destinos que Holidu ha asociado al color amarillo Fuente: Holidu
La memoria cromática del viajero en España: así recuerdas lo que visitas
España, según Holidu, tiende a mostrar los tonos neutros y marrones: Palma de Mallorca con un cálido Pantone 155 C que se ve en la piedra Marés de sus fachadas y arenas; Sevilla con un marrón cálido (Pantone 7574 C) presente en el Alcázar y la Plaza de España; Barcelona con un rojo profundo (Pantone 7608 C) extraído de los tejados del Eixample y la arquitectura gaudiniana. Madrid, por su parte, se tiñe del Pantone 718 C, el color de las fachadas de los edificios de la emblemática Plaza Mayor.
Rompiendo la norma neutra destaca Málaga, con el Pantone 639 C, un azul captado - que aunque similar al del pueblo Pitufo-, no se debe a Júzcar, sino en la playa de la Malagueta, el puerto y los cielos que dominan la ciudad desde miradores como la Alcazaba.
Algunos de los destinos de España que Holidu ha asociado a colores de Pantone Fuente: Holidu
¿Quién inspira a quién?
Aunque el estudio de Holidu propone un mapeo desde la geografía al color, Pantone también mira al turismo en su proceso inverso. Como explicó Leatrice Eiseman, directora ejecutiva del Pantone Color Institute, en una entrevista con El País, muchos tonos surgen precisamente de destinos y localizaciones geográficas: desde el “Pompeian Red” hasta “Ibiza Blue”, “Cordován” o “Alhambra”.
Imagen de los azulejos de la Alhambra que inspiraron el tono Pantone PQ-17-5430TCX Alhambra Fuente: Adobe Stock / Pantone / Hosteltur
Imagen de los arcos de la Mezquita de Córdoba, cuyas dovelas rojizas inspiraron el tono Pantone 19-1726 TPX Fuente: Adobe Stock / Pantone / Hosteltur
En 2025, el color del año según Pantone es el Mocha Mousse, un tono terroso que apela al bienestar con tonalidades de café y chocolate. Y aunque no hay un vínculo oficial, si buscamos en la geografía española, podemos inspirarnos en destinos como los baños árabes de Granada -el Bañuelo, (Hammam al-Yawza o Baño del Nogal) en el Albaicín- o incluso si buscamos en los colores de la naturaleza, encontramos en la playa el Verodal también esta tonalidad, aunque en primer plano lo que más destaca es su peculiar arena es rojiza, el paisaje deja a lo lejos una panorámica que cambia de tono según sus aguas y su altura y en la que puede apreciarse ese marrón de moda.
El Hammam al-Yawza o Baño del Nogal es conocido desde finales del siglo XIX con el diminutivo de Bañuelo por ser de menor tamaño que los baños reales de la Alhambra.
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