Mercadillos navideños

El pueblo medieval del sur de Francia donde la Navidad se vive entre antorchas, murallas y un mercadillo único

Carcasona, el pueblo medieval del sur de Francia con el mercadillo de Navidad más mágico: una escapada ideal para el puente de diciembre

El pueblo medieval del sur de Francia donde la Navidad se vive entre antorchas, murallas y un mercadillo único

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Cuando cae la noche y el frío se mezcla con el humo del vino caliente, las antorchas comienzan a encenderse en las murallas de Carcasona. Así arranca uno de los mercadillos de Navidad más singulares de Europa, una cita que transforma el puente de diciembre en un viaje hacia la Edad Media.

No aparece en los listados más repetidos, pero quienes lo han vivido saben que este pueblo medieval del sur de Francia guarda un secreto luminoso: su forma única de celebrar el invierno entre historia y leyenda. Una escapada ideal para el puente de diciembre, a poco más de una hora y media de la frontera española, donde la magia no se compra, se enciende.

Cada diciembre, Carcasona (Carcassonne, en francés) vuelve a encender su historia. La ciudad fortificada combina el ambiente clásico de la Navidad con el carácter intacto de su pasado medieval.

El pueblo medieval del sur de Francia donde la Navidad se vive entre antorchas, murallas y un mercadillo único
Mercadillo navideño de Carcasona.Fuente: Adobe Stock.

Entre el 3 de diciembre y el 3 de enero, las murallas se iluminan para acoger La Magia de la Navidad, un programa que une tradición, patrimonio y vida local

El evento más simbólico es la "Marcha de las Antorchas", prevista para el fin de semana del 6 y 7 de diciembre, donde cientos de vecinos y visitantes recorren el camino que une la Porte Narbonnaise con la Bastida, portando antorchas encendidas y, en muchos casos, trajes inspirados en la Edad Media. El desfile, acompañado por bandas locales, convierte las murallas en un escenario que fusiona espectáculo y memoria, un ritual que pertenece tanto al calendario festivo como al alma del lugar.

Antes del encendido, el entorno acoge un campamento medieval donde se recrean combates, se imparten talleres de caligrafía y acuñación de monedas, y se muestran armas antiguas. Una manera de acercarse al pasado sin filtros ni vitrinas, en un escenario que parece ajeno al siglo XXI pero que, cada diciembre, vuelve a cobrar vida bajo el resplandor de las antorchas.

La ciudad como escenario navideño

Durante un mes, Carcasona se convierte en un mapa de luces y actividades, en la Square Gambetta, junto al río Aude, el Mercado de los Creadores reúne a artesanos y artistas locales que exhiben sus piezas en casetas de madera. Entre ellas, un carrusel de sillas voladoras y un espectáculo de luz y sonido proyectado sobre la fachada del Museo de Bellas Artes -La increíble historia de Carcasona- narran el pulso de la ciudad en imágenes.

La plaza Carnot, centro neurálgico del casco urbano, acoge una pista de hielo que rodea la fuente de Neptuno, allí, los puestos de vino caliente, raclette o galletas de jengibre mantienen la esencia gastronómica de la región.

A poca distancia, la plaza André Chernier instala su noria de 40 metros, desde la que se observan la ciudadela medieval y el Canal du Midi. Para quienes buscan un toque de adrenalina -aunque sin romper la atmósfera festiva-, la plaza Eggenfelden acoge un circuito de karts que anima las tardes de invierno.

Los más pequeños también tienen su espacio en las Halles Prosper Montagné, el mercado cubierto de la villa, donde una pista de coches eléctricos reproduce, en miniatura, el pulso de las calles medievales. En la plaza del General de Gaulle, la diversión continúa con pistas de curling, zonas de realidad virtual y juegos de láser, recordando que, por muchos homenajes que haya a la Edad Media, Carcasona celebra la Navidad con un pie en la historia y otro en el siglo XXI.

Más allá del mercadillo navideño

Cuando se apagan las luces del mercado, la ciudad recupera su ritmo sereno. La Cité de Carcassonne, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, despliega sus tres kilómetros de murallas y 52 torres que vigilan la llanura del Aude.

El pueblo medieval del sur de Francia donde la Navidad se vive entre antorchas, murallas y un mercadillo único
Vista panorámica de Carcasona. Fuente: Adobe Stock.

Dentro, el trazado medieval conserva calles empedradas, tiendas de recuerdos y restaurantes de cocina occitana donde el tiempo parece detenerse. Desde la Porte de l’Aude, el visitante accede al corazón de la fortaleza, donde cada piedra guarda huellas romanas, visigodas y francesas, testimonio de dos milenios de historia.

En el interior, la Basílica de Saint-Nazaire combina el románico y el gótico con una armonía que se revela en la luz de sus vitrales, mientras el Castillo Condal, antiguo centro de poder, permite recorrer las murallas desde las que se domina toda la ciudad: la Bastida Saint-Louis, el Canal du Midi y, al fondo, las montañas que enmarcan el horizonte.

Fuera del recinto amurallado, la Carcasona moderna mantiene el pulso local con sus mercados, galerías de arte y el puerto fluvial donde descansan las barcas del Canal du Midi. Para cerrar el recorrido, la mesa ofrece una cita imprescindible: el cassoulet, guiso de judías blancas y pato que resume, en una sola cazuela, el carácter cálido y orgulloso de esta región occitana.


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